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Norma Vásquez

San Antonio Suchitepequez- Ciudad de Guatemala

CONALFA

 

Aprender es un camino

La familia de Norma era grande, ella era la más pequeña de siete hermanos. Vivían en San Antonio Suchitepequez, municipio que se encuentra dentro de la ruta denominada como corredor de la violencia. Su familia era pobre, pero más que la pobreza, lo que a Norma le impidió estudiar fue que sus padres pensaban que en realidad no era necesario. La vida con su familia fue siempre complicada, sin embargo, llegó a tercer año de primaria, aunque con mucha discriminación, incluso de sus maestras, por ser de una familia pobre.

Norma tenía 12 años cuando terminó tercero primaria, que es el grado de escolaridad en promedio logran alcanzar muchas mujeres en el área rural de Guatemala. No pudo seguir más. Su deseo era trabajar, para poder costear su educación. A esa edad decidió vender en el mercado, pero a su mamá no le gustó la idea de que se convirtiera en una persona independiente. La verdad es que a Norma la trataban mal, así que su opción fue escapar. La primera vez que lo intentó fracasó, y solo hizo que sus padres estuvieran más atentos cada vez que salía de su casa. Al cabo de  un tiempo hizo un plan para escapar, su hermana sacaría poco a poco su ropa y ella saldría una tarde para no regresar más.

Para despedirse dejó una nota, y aunque sus padres la buscaron, ella ya no estaba dispuesta a regresar al lugar en el que no podía estudiar, tampoco trabajar, y en donde la libertad se veía muy lejana. Rubelina se llamaba la señora que la ayudó a escapar, la ayudó porque sabía las condiciones en que Norma vivía. A las 3 am del día siguiente, en un picop, solo con su ropa en un caja y toda la incertidumbre de frente, Norma se despidió de San Antonio Suchitepéquez.

Cuando llegó a la capital, llegó a una casa en la calle Martí, ahí empezó a trabajar con una señora que vendía artículos de fiesta en el mercado central. Recuerda llegar al lugar extraño, en medio de gente desconocida, y sacar su pequeña caja de cartón. Su experiencia no fue buena. Las personas con las que llegó a trabajar la trataron muy mal. Debía trabajar todos los días de la semana y le pagaban muy poco. Norma tuvo que dormir en el piso. Desesperada, por esos tratos Norma decidió renunciar y buscar alojo con gente de San Antonio Suchitepequez, que aunque no conocía, le tendieron la mano y le dieron un lugar en donde vivir.

No tenía trabajo, así que el primer día tomó un bus y fue en busca de las famosas maquilas (grandes fábricas de ropa en las que muchas personas trabajan a cambio de pagos muy bajos). Pasó todo el día buscando y en ningún lugar la aceptaban. A punto de regresar a su casa, cansada y triste, decidió entrar a una última. Ahí estaba su futuro trabajo esperándola.

Ese trabajo para Norma significó más que un sueldo. Ahí aprendió un nuevo oficio, al paso del tiempo conoció a su futuro esposo y un día también llegaron a ofrecer clases de CONALFA para quienes no habían terminado la escuela. Norma no dudó en apuntarse en una lista de personas que querían seguir aprendiendo, y así terminó de estudiar la primaria. Al terminar la primaria siguió estudiando en un colegio privado los fines de semana y así  logró convertirse en una Perito Contador.

Al paso de los años la despidieron, y empezó de nuevo otro camino. Trabajó luego en súper mercados, algo que no hubiera podido lograr si no hubiera estudiado. Cuando Norma tenía 29 años se casó y al año siguiente se convirtió en mamá. Todo parecía que iba mejor para Norma, hasta que lamentablemente su esposo murió.

Sola, con su pequeña hija, Norma tuvo que hacer de nuevo un camino en  medio de las situaciones más difíciles. Pero gracias su valentía logró conseguir un trabajo en Salud Pública. Sin miedo a aprender cosas nuevas, ahora se dedica a llevar el control de la nutrición de niños de escasos recursos. Aunque su vida no es fácil, y haya perdido a su esposo, ella y si pequeña hija luchan día a día contra corriente, pero en esa lucha no han dejado de ser felices.

Después de tanto que ha vivido y tantas dificultades que ha superado, se repite una y otra vez: “yo no sé nada, pero de salir, salgo”.  Norma está segura que la puerta que CONALFA abrió  sigue abierta hacia muchos más caminos en los que avanzará hacia su futuro.

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